domingo, 24 de febrero de 2008

La Playa

La Playa al caer la tarde tiene esa hora bruja, en la que se aprecia la soledad, perderse en el horizonte del mar iniciando un camino de aventura no vivida jamas, es soñar mullidos romances en la arena, escuchar en el silencio, solo el romper de las olas y entregarse por completo a la relajación, tumbarse después mirando hacia el cielo contando el nacimiento de cada estrella y sentir el momento con intensidad para guardarlo en el recuerdo y que te permita recrearte una y otra vez con el, cuando volvamos a nuestra rutina diara, ejerciendo ese efecto laudánico que nos ayude a combatir toda la tensión que acumulamos.


Comienza a caer la noche








cada vez más cerca








cerca del ocaso
recogiendo coquinas







piedras y huella

5 comentarios:

Soribor dijo...

http://www.cervantesvirtual.com/include/video_poesia.formato?titulo=Playa+desde+cierta+altura&autor=Tom%E1s+Segovia&archivo=archivo/tomas_segovia/playa_&video=56&ref=12380&enlace=segovia
copialo y mételo en la barra de arriba

Anónimo dijo...

http://www.cervantesvirtual.com/include/video_poesia.formato?titulo=Playa+desde+cierta+altura&autor=Tom%E1s+Segovia&archivo=archivo/tomas_segovia/playa_&video=56&ref=12380&enlace=segovia
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Anónimo dijo...

No importa
el rumbo que lleve
el barco

de tu vida

si tú

no vas en él

Anónimo dijo...

http://www.cervantesvirtual.com/FichaAutor.html?Ref=426&idGrupo=Todo&PO=1&portal=0

Anónimo dijo...

Las olas (fragmento) "El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías."