lunes, 6 de octubre de 2008

Luis Garcia Montero


Al pasar de los años,
¿qué sentiré leyendo estos poemas
de amor que ahora te escribo?
Me lo pregunto porque está desnuda
la historia de mi vida frente a mí,
en este amanecer de intimidad,
cuando la luz es inmediata y roja
y yo soy el que soy
y las palabras
conservan el calor del cuerpo que las dice.

Serán memoria y piel de mi presente
o sólo humillación, herida intacta.
Pero al correr del tiempo,
cuando dolor y dicha se agoten con nosotros,
quisiera que estos versos derrotados
tuviesen la emoción
y la tranquilidad de las ruinas clásicas.
Que la palabra siempre, sumergida en la hierba,
despunte con el cuerpo medio roto,
que el amor, como un friso desgastado,
conserve dignidad contra el azul del cielo
y que en el mármol frío de una pasión antigua
los viajeros románticos afirmen
el homenaje de su nombre,
al comprender la suerte tan frágil de vivir,
los ojos que acertaron a cruzarse
en la infinita soledad del tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Puedo escribir ls versos más tristes esta noche..." como hoy estoy contenta, no los escribiré. Mi tristeza se ha ido desconsolada a casa de su madre por el poco caso que le hago últimamente.
Deja a tu mirada que se impregne de la luz del sur y a tu sonrisa que se traiga prendida la redondez de un vientre donde cabe un bebé.
Un beso para ti y para tu hija, aunque toda la familia compartirá el mágico momento.
Marina