jueves, 10 de julio de 2014

EL HOMBRE



EL HOMBRE
I
Hay que pegarle al hombre
darle duro
con algo duro
ímprobo
tremendo
para que diga:

acepto
estoy conforme.
Es preciso correr hasta las llamas
y traerlas intactas
para quemarlo como a la paja
como a los colchones pestosos
como a la maleza.
Es necesario
imprescindible
acudir al acero
y sobornarlo
hasta que tenga forma de cadena
hasta que apriete
hasta que duela mucho.
Hay que conseguir piedras
muchas piedras
de variados tamaños
todas llenas de aristas
de puntas
de heridas
para moler al hombre
cuantas veces pretenda negarse
decir:
no,
¡quiero justicia!
Hay que inventarse armas
tratados
protocolos
destruir
sus casas
sus hijos
sus proyectos.
El hombre es peligroso
hay que cortarle
las uñas
desnudarlo
mermar su aire
su agua
su venida.
Desde que apareció sobre la tierra
caprichoso
incomprensible
tenaz
insoportable
negóse a decir:

estoy conforme
acepto.
II
Siempre ha estado poniéndose en pie
gritando
acalorándose
imprecando
y queriendo las cosas de la tierra.
No es posible dejarlo libre
hay que amputar
no sus piernas
ni sus brazos
sino su voluntad
su fe
su orgullo.
De qué ha valido decapitarlo
quemarlo
lapidarlo
siempre reaparece intacto
exacto
ceñudo
o tarareando.
¿No es posible crear algo más duro que la piedra
más fuerte que el acero
más estrecho que la tumba
más lejano que el exilio?
Si persiste en volver
inmediatamente después de la matanza
apenas ha sido derribado
después que lo cubrieron con el suelo
tan luego como lo hicieron trizas
es indispensable entonces
¡reunir toda la ciencia
y castigarlo!
¡Que no se vea más
en parte alguna
su huella...!
Hay que extinguirlo
como a los avestruces
tirarlo por la borda
como a los muertos imprudentes
pisarlo reiteradamente
como a las colillas peligrosas
esconderlo
como a los parientes idiotas
meterse en los extremos
III
¿De dónde habrá salido este ser
único
en el planeta
que puede
volverse loco
reír
creer en dioses
opinar
discutir
reclamar
durante siglos
discurrir
reunirse
y repetirse a cada instante?
Lo malo
anonadante
es que nadie ha conseguido
hacer que diga:

acepto
estoy de acuerdo.
Nada lo ha detenido:
ni los dioses
ni la muralla del sonido
ni los celestes hongos infernales
ni los viajes siderales
sin peso
ni los profetas
ni la constante muerte.
Va consiguiendo todo
poco a poco
pero todo cuanto ha querido
y hasta lo que ha soñado
o amenazado
¿Y si
después de haber inventado algo
más total que el silencio
más duro
que él mismo
reaparece?
¡Este es el gran peligro
supuesto que
si vuelve
como ha de volver
nunca conseguirá nadie
que diga:

acepto
estoy conforme... y buscar
desesperadamente
un antídoto contra el hombre

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué fuerza el poema, Mayca.
A este ser humano hay que recordarle que lo mejor está dentro de él pero también lo peor. Y vigilarlo.
Besos.

mujer imagen dijo...

Este hombre que es también mujer... Tiñe de rojo... Todo aquello que alguna vez fue verde y puro.
Saludos desde Chile.