miércoles, 12 de noviembre de 2008

Poema 13




He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

3 comentarios:

Marina dijo...

"... mi corazón se cierra como una flor nocturna". Espero que no. Ni el tuyo, ni el mio.
Un beso desde una fría montaña.

mojadopapel dijo...

Mi corazón no se cerrara nunca por mucho que me haga sufrir también me provoca vida. Un besote

Anónimo dijo...

Me encantan tus fotos, Mojadopapel, me gusta cómo te fijas en lo pequeño.
Un besito.
(Ah, se me olvidó decirte que la fotografía del agua, la que colgaste en la entrada "tú, otra vez", es buenísima!!!