viernes, 27 de noviembre de 2009

Pensar en voz alta


La vida sigue y aunque no tengo rutina me gustaría regalarme un día especial, un día de esos inexistente en el que no haya alguna noticia mala...un día en el que dar rienda suelta a la imaginación y librarse de prejuicios y falsa hipocresía, atreverse a vaciarse por dentro y dejar de soñar para hacer realidad lo que anhelamos en nuestro interior. Alguien me dijo una vez "un amigo es alguien con el que se puede pensar en voz alta" ....me gustó, pero ¿cuantas veces podemos hacer esto?....pensar en voz alta... imposible!!, siempre tenemos una criba para expresarnos, medimos lo que decimos al igual que nuestros actos, nos autoengañamos en pos de la corrección.

Imaginaros una conversación con nosotros mismos que nunca haríamos pública, ejemplo:

Entro en una cafetería y me siento, pido un café mientras observo a la camarera que tengo enfrente......es agradable esta chavala!.. que pena que tenga los dientes tan separados, esto le afea un montón,(criticona) pero tiene una sonrisa simpática. O... miras hacia un lado y observas que un señor que tienes al lado te está mirando, y automaticamente te recompones como un pavo real para guardar postura, no sea que se te note algún michelin (presumida). Entra después alguien que conoces, y que te ha invitado varias veces, pero como viene acompañado piensas....mejor, otro día que venga solo! (agarrada). Pagas y sales a la calle encontrándote con alguien que te gustaría hablar toda la mañana, toda la tarde, toda la vida entera y pasas de largo diciendo un simple......¡ Holaaa ! (hipócrita, mentirosa, estúpida), sin embargo siempre coincides con alguien que desearías decirle ¡ Hola y Adiós!, y te entretienes hablando mil horas contestando a su rollo soporífero con cara de tonta por no perder la educación.....pero porqueeeeé!!!! la verdad no se si algún día tendré los ovarios de hacer real lo que de vez en cuando pasa por mi cabeza, dejar salir lo que verdaderamente quiero, y ser "yo" sin trabas, sin mediciones, sin cortapisas, ¿o realmente soy yo ,"la otra", esa que se pierde la vida por no saber pensar en voz alta?.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días, mojadopapel:

Si existieran los ángeles purísimos, y fuésemos ellos, podríamos permitirnos ese lujo. Pero menos mal que aún guardamos algunas mínimas normas y nuestros pensamientos -cuando pueden afectar a otros- no salen siempre a la luz. Y lo mismo en el caso inverso.
A veces, lo que falla, es una falta de agilidad en acertar con la respuesta en los encuentros. Nadie pierde la vida, con relación a otros, por un breve cruce. Hay dos partes, que deben coincidir en el deseo. Y acertar en el punto de intersección, es sencillo y complicado, a la vez.

Saludos. Gelu

Pedro Ojeda Escudero dijo...

A veces no queremos oírnos...

Isabel Huete dijo...

No te castigues así! Lógicamente no se puede decir todo lo que pensamos respecto a los otros (qué dientes más feos tienes, vaya michelines que te salen, eres un plasta y no te aguanto, etc) porque hay que ser tolerante y respetar a los otros y, sobre todo, pensar que todos de una manera u otra tenemos defectos. Pero lo que se dice volcarse por dentro y expresar nuestras inquietudes, nuestros pensamientos más duros o más tiernos, nuestros sentimientos en definitiva, con aquellas personas que sabemos que nos van a escuchar, a comprender y a respetar, ¿por qué no? Los años me han enseñado a perder el pudor en esas cosas y a mostrarme como soy. Ya no me ofende o me hace sentir mal que alguien no quiera escucharme, sencillamente pienso que cada cual tiene sus cosas y quizá no es el momento.
No te cortes, cielo, y di lo que se te antoje y el que no quiera escucharte pues que se vaya a otra parte.
Además estoy segura que tú tienes muchas cosas interesantes que decir.
Besos grandes, corazona.

SILVIA dijo...

Dificil empresaconseguir hablar con uno mismo. Y mas dificil aun, atreverse a pensar en voz alta.
Tu, lo acabas de hacer, y ha sido un placer conocer un poquito de tus pensamientos.
Mil besitos!!!

Gabriel Cusac dijo...

En la ciudad estrecha se da mucho una terapia paliativa al caso. Por la calle, saludamos enfáticamente a X y hasta le preguntamos por la familia. Tras el adiós, al encontrarnos con Y, ponemos a parir a X. Puede incluso que nos reencontremos con X, y aprovechemos para espulgar a Y. El círculo puede cerrarse si X e Y se conocen, circunstancia nada improbable.