martes, 12 de mayo de 2009

Tus ojos


Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.

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Escucha este diálogo a ver si te resulta conocido:

MARIDO - ¿Dónde está la mantequilla?

ESPOSA - Pues en la nevera.

MARIDO - Ya he mirado, pero no veo la mantequilla por ningún lado.

ESPOSA - Pues mira bien porque está ahí. La he dejado hace diez minutos.

MARIDO - No. La habrás dejado en otro sitio porque te repito que la mantequilla no está en la nevera.

La esposa, cansada de discutir, va a la cocina, alarga el brazo hasta la nevera y, por arte de magia, saca la barra de mantequilla.

La mujer se molestará y acusará al hombre de descuidado. El hombre también se molestará y pensará que ella le esconde las cosas para burlarse de él.

Puede que este marido sea, realmente, un descuidado. O que aquel otro se haga el loco porque quiere que la mujer le resuelva la vida cotidiana. Pero aunque estos casos se den, conviene conocer una explicación biológica que puede ahorrarnos muchos malentendidos. Resulta que la configuración de los ojos de la mujer es diferente a la del hombre.

Debido a la tarea que debían realizar como protectoras del hogar, la estructura cerebral de la mujer fue desarrollando un ángulo de visión clara de al menos 45 grados por cada lado y por encima y por debajo de la nariz. Muchas mujeres disfrutan de una visión periférica de casi 180 grados.

Los ojos del hombre se configuraron para un tipo de visión de larga distancia, como si fueran un par de binóculos. En su tarea de cazador, el hombre necesitaba identificar una presa a gran distancia y perseguirla con la vista, sin distraerse con lo que le rodeaba. Por el contrario, la mujer necesitaba un amplio ángulo de visión para controlar que nada amenazara la cueva.

Las mujeres fueron perfeccionando una gran visión periférica, mientras que los hombres desarrollaron una visión cilíndrica.

Esto explica que los hombres nunca encuentren la mantequilla en la nevera ni los calzoncillos en el armario. Ellos tienen que mover la cabeza de arriba abajo y de un lado a otro, concentrándose en la búsqueda de los “objetos desaparecidos”. Las mujeres, de un vistazo, perciben todo lo que hay a su alrededor.

5 comentarios:

Adu dijo...

Acabo de descubrir que soy un hombre. Qué cosas.

mojadopapel dijo...

Porque Adu?, ... por lo de la visión binocular, o por lo de cazadora,jeje.

Adu dijo...

Por lo de mirar y no ver la mantequilla, ja ja...

mojadopapel dijo...

Me parece que eres tan despitada como yo Adu...a mi me viene de familia, tengo una tia que metio sin darse cuenta las bragas en el frigo en vez de en la lavadora, jajajaja, y un tio que perdio a mi tia en un bache y siguio el camino con su vespa, y mi padre fue a dar clase con un zapato marrón y otro negro...veridico...jejeje.

Gabriel Cusac dijo...

¡Cuántas miradas periféricas han descubierto a las indiscretas miradas cilindricas!