miércoles, 17 de junio de 2009

Esther Muntañola




El invierno se escribe otra vez,
blanco
sobre el asfalto
en la ciudad que dormita.

El frío
es una veladura pálida
hacia el naranja contaminado
que no deja llevar más allá la mirada.
Conduzco
con el sol que nace a mi izquierda,
me hiere los ojos pero es hermoso.

Todos los pájaros duermen
sin árboles
este camino.

Son puntos como notas en un pentagrama
entre la tierra y el cielo. Inmóviles ahora.

Y yo avanzo sobre el sueño, sobre otra mañana.
Me faltan manos para hacer.
Me faltan horas cada día,
en esta brevedad que habito, a la que nunca vuelvo

1 comentario:

Adu dijo...

Me faltan horas cada día,
en esta brevedad que habito,
a la que nunca vuelvo.

NEFER NEFER NEFER.

Besos días, campeona.