viernes, 3 de mayo de 2013







A veces la lluvia cae con la elegancia del que llega a tu casa como si no hubieran podido ocurrir las cosas de otra manera. La ciudad se hace íntima y lenta y sólo aquel que se niega a recibir la fina gota en el rostro se apura, incómodo, a las tareas cotidianas. Merece la pena detenerse un momento a contemplar cómo las aceras se deslavan: de pie, en la esquina, bajo la mínima protección de un saledizo. Hay algo en todo ello que te invita a la sonrisa y a entrar en el primer café, para parar aun más el día.



Os dejo un pequeño bocado de Esguevas..... si queréis  más ,podéis encontrarlo en Bizarte (Soportales de Pizarro, Bejar)

3 comentarios:

Jose dijo...

Siempre me ha encantado pasear bajo una apacible llovizna, aunque me calase un poco, me hacia ilusión cantar bajo la lluvia.

Saludos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias por tantas cosas. Un beso.

Unknown dijo...

Los días lluviosos siempre me han estimulado, quizás porque por estos lares donde vivo no son tan frecuentes como me gustaría pero en ellos veo un paréntesis por el cual ruedo con esa gota en el cristal creyéndome por un momento parte de la naturaleza.
Me has estimulado mucho tu entrada, saludos desde Tenerife y cuando gustes te invito a mi espacio.
Besos de gofio.