domingo, 11 de febrero de 2018

Curiosidad





Tengo un gran defecto que cualquier día me puede provocar un disgusto. Es inevitable para mí pasar por delante de una ventana medio destrozada desde la que se intuya un interior abandonado, o de un ojo de cerradura de cualquier casa que tenga ya cierta antigüedad, que no me invite a transgredir  y violar la intimidad que resguarda ese espacio interior.
Estas fotos muestran una ventana que me estaba invitando a ir más allá de su apariencia estética (preciosa) y traspasar la tentación del limite de su marco. Lo hice y, como el ojo es imperfecto, no podía ver más allá de mi nariz.  El hueco era muy pequeño y estaba un poco alto para mí, pero soy cabezona de nacimiento y no pude resistirme a la tentación de coger el movil, introducirlo por el hueco sin ver siquiera qué estaba enfocando y disparar... y ¡oh!... sorpresa, cuando comprobé la fabulosa capacidad de captar la luz que tiene la camara de estos ingenios telefónicos actuales. Lo que descubrí, objeto a objeto, fue la historia de una abandono más, de un lugar habitado en su día por alguien que ocupó ese espacio y... a saber qué historia humana y las razones que hubo para abandonar el lugar donde un día existió vida de hogar. 

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Siempre te recuerdo mirando por una cerradura o por cualquier lugar desde el que se pueda atisbar un espacio abandonado en el que encuentras belleza.

Myriam dijo...

Te comprendo perfectamente. Esas ventanas u ojos de cerraduras son verdaderas invitaciones. Menos mal que uno no es gato ;-)

Besos

Marina dijo...

A mí me sorprende mucho la forma en la que están abandonados los objetos... por ejemplo una olla encima de un bote de pintura ¿eso es un abandono o una pose? Es supercurioso mirar la forma en la que los objetos están dispuestos en una casa sin habitar.

Besos guapa.