martes, 18 de marzo de 2008

Luis Cernuda











Con tal vehemencia el viento viene del mar,

que sus sones elementales contagian el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas insistente en los cristales tocar,

llorando y llamando como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo te tiene,

sino otra fuerza de que tu cuerpo es hoy cárcel,

fue viento libre, y recuerda.

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